Ya desde que era un niño, mi madre cuando tenía que estudiar, me escondía los lápices y rotuladores de colores y todo aquello con lo que me pudiera distraer o que sirviera para pintar, las paredes, armarios, mesas, techos… sin exagerar, -cualquier lugar era bueno -cual lienzo en blanco, para expresarme-; dedicarle pues, unas letras a mi madre, por quien ha sido responsable de alguno de sus cabellos blancos, no es excederse, sino rendir un justo, cariñoso y leal tributo. «… me acuerdo de ti mamá, cuando estoy pintando y me decías, qué se te pasará por la cabeza hijo mío, para estar pintando y dibujando constantemente y en cualquier lugar…»

He conseguido desde hace poco recopilar apenas, algunos dibujos y pinturas con buena fortuna, pues, a quien se los regalé: familiares y amigos, conservaron mi legado -a quienes se lo agradezco- y que os mostraré en mi etapa Primigenia.

En cierta ocasión en una entrevista me preguntaron a qué me dedicaba; entonces, yo respondí de forma muy natural que mi profesión era la de Abogado; sin embargo, algo en mi  interior me decía que había algo más que debía sumar, mi pasión por las artes plásticas reivindicaban su posición, estaba subestimando una pasión que me había acompañado y seducido toda la vida y que tantos momentos buenos me ha procurado y me proporciona; es como cuando a un padre le preguntan solo por un hijo o hija y quiere hablar de los otros que también tiene